El padre del Sistema de Ortega

Entrevista a un libro de Ciriaco Morón: El Sistema de Ortega y Gasset

Conversar con don Ciriaco Morón resulta como leer un gran libro sobre humanismo y pensamiento con Ñ, como nos gusta decir en hispanofilia.es 

Así de sencillo y de cercano es este investigador emérito del CSIC, tanto en persona como en prosa. Y con esta misma sencillez, vamos a proseguir con el profesor la conversación sobre Ortega y Gasset que iniciamos gracias a uno de nuestros viajes culturales el reciente verano, en busca de personajes y personalidades ilustres de nuestro ámbito cultural hispánico [1]Entendiendo siempre como «ilustres» a aquellos que iluminan algún aspecto de nuestra sociedad.

"Ortega es un clásico y por consiguiente su valor principal está en el futuro...

 

Pero como nuestros permanentes viajes culturales nos llevan de aquí para allá y ahora no tenemos a don Ciriaco delante, como le tuvimos este verano, lo que vamos a hacer es lo siguiente: no entrevistarlo a él en persona, sino entrevistarlo «en libro»; es decir,  a través de los sonidos articulados del lenguaje que él mismo ha inmortalizado convirtiendo en letra escrita.  De esta manera, nos damos cuenta de que tal vez estamos inaugurando un nuevo género pedagógico-periodístico de posibilidades infinitas: la entrevista a la persona a través de su libro, o sencillamente las entrevistas a los libros firmados por personas. 

En esta ocasión, entrevistar a su libro es algo que no nos parece para nada una cosa fría, ya que, tras haber pasado una tarde con él, nos hemos dado cuenta de que leer a Ciriaco es como seguir dialogando con el hombre de carne y hueso. Así pues, conversaremos con don Ciriaco sobre Ortega; y lo haremos a través del libro que tuvo la gentileza de entregarnos con su amable y generosa dedicatoria: El sistema de Ortega y Gasset. (Editorial Mendaur. 2011)

Un libro que causó, en el momento de su primera publicación, un gran revuelo entre los intelectuales especializados en la obra de Ortega y que, sin embargo, pasados los años, continúa siendo de obligada referencia para todo aquel que se proponga profundizar en la obra del más eminente filósofo español del siglo pasado. 

"Lo más ofensivo de mi libro para el "establishment" orteguiano fue mi tesis de la influencia de Heidegger"

P.  En el año 2011 la editorial  Mendaur toma la decisión de volver a editar la obra que usted dedicó en 1963 a establecer, nada más y nada menos, el sistema de pensamiento de nuestro mayor filósofo asistemático. Sin embargo, El sistema causó cierto revuelo escandaloso en el corral intelectual del momento… ¿Se han calmado ya las aguas?

R. Lo más ofensivo de mi libro, para el «establishment» orteguiano, fue mi tesis de la influencia de Heidegger con Ser y Tiempo de 1927. Pero unas someras observaciones prueban que Ortega iba corriendo sendas dispersas en torno a la vida y al conocimiento, y Heidegger le reveló un verdadero camino, que trató de recorrer en la que iba a ser como una «segunda navegación». Lo malo es que no pudo completar el crucero -siguiendo con la metáfora-, ya que se interpusieron la política, la guerra, el destierro… Después vino la tensa estancia en España con residencia oficial en Lisboa, la enfermedad, la depresión… y estas penosas circunstancias son las que le impidieron acabar los dos libros de los que andaba «parturiento»: Aurora de la razón histórica, y El Hombre y la gente.  

"Ortega se mostraba sencillamente como  un enigma, un pensador desaprovechado. Esto era una calamidad nacional; porque si los españoles persistimos en aniquilar a uno de nuestros más grandes pensadores, el más original y profundo del siglo XX en España, seguiremos a la deriva sin tradición filosófica."

P. Sin embargo, la bibliografía existente sobre Ortega no cabría por extensa en la Biblioteca de Alejandría… ¿Era necesario sumar un libro más sobre el filósofo de El Escorial? 

R. Creo que El Sistema de Ortega y Gasset era necesario para que el estudio sobre Ortega, oscurecido en la España de la posguerra por la ideología política y religiosa, entrase en el plano del rigor universitario. En él se construye el sistema de Ortega. Se eliminan las contradicciones haciendo ver la coherencia de los textos. Algo necesario para poder mirar el futuro desde Ortega. Pensar desde su pensamiento.  En la bibliografía orteguiana no existía un estudio que realmente hubiera satisfecho a un grupo amplio de pensadores. La mayor parte de trabajos eran parciales. Y así ocurre que, a pocos años de su muerte, Ortega se mostraba sencillamente como  un enigma, un pensador desaprovechado. Esto era una calamidad nacional; porque si los españoles persistimos en aniquilar a uno de nuestros más grandes pensadores, el más original y profundo del siglo XX en España, seguiremos a la deriva sin tradición filosófica. 

P. Este 18 de octubre se cumplen 64 años de la muerte del filósofo, en el número 28 de la madrileña calle del Monte Esquinza, donde había fijado finalmente su domicilio en vida del dictador… tantos años y tantos acontecimientos sociales y políticos después… ¿tiene un nombre como Ortega y Gasset  algún valor para la mujer o el hombre del año 2019?

R. Para mí Ortega es un clásico y, por consiguiente, su valor principal está en el futuro. Espero el día en que algunos filósofos españoles -idealmente de cualquier otra lengua- den en las universidades cursos de filosofía o de pensamiento desde Ortega. En la obra de este filósofo hay imágenes no igualadas nunca en lengua española en cuanto a originalidad y audacia. 

"Las descripciones de viajes por tierras de España son los momentos en que Ortega hace más gala de su talento literario, pero no puede discutirse el carácter filosófico que contienen estos mismos pasajes."

P. De hecho para muchos es un lugar común calificar a Ortega más como escritor que como filósofo…

R. Claro, la riqueza y la disposición de su lenguaje le pone entre los mejores prosistas; sin embargo, no nos engañemos: la obra de Ortega es obra de concepto.

P. ¿Puede citarnos un ejemplo de este uso de la literatura en servicio de la filosofía?

R. En 1906 escribe un artículo titulado «Pedagogía del paisaje«… el título indica ya que el paisaje se ha hecho corteza de una alegoría. Ortega se encuentra en la raya de Segovia, en el Guadarrama, la tierra oscura le trae a la memoria los hombres cárdenos pintados por el «Greco», con ese afán de pervivir, y le advierte que hay en su alma «un grumo metahistórico que llega de una hondonada del pasado y se apresta a hundirse en un porvenir sin límites». En el campo se siente persona, en la ciudad, número. Adoctrinado por el campo piensa escribir una «pedagogía más modesta pero más jugosa que la admirable del profesor Natorp«. De estas ideas se deduce que Ortega no se enfrenta ya espontánemente con la naturaleza; campo y paisaje son un trampolín para levantarse a ideas que en este caso proceden de Ganivet y Unamuno.  Las descripciones de viajes por tierras de España son los momentos en que Ortega hace más gala de su talento literario, pero no puede discutirse el carácter filosófico que contienen estos mismos pasajes. 

"Solo hay una verdad radical en Ortega: la vida humana"

P. Nuestro hombre se ocupó de asuntos tan diversos como la Historia, la educación, el derecho, la estética y una larga lista de materias humanas. Pero ¿hay en Ortega una o varias realidades radicales sobre las que aplicar su pensamiento actualmente?

R. La mayor parte de los comentaristas están de acuerdo en que solo hay una verdad radical en Ortega: la vida humana; ahora bien, la vida humana en cada instante consta de cuatro ingredientes: ideal, situación, impulso vital y facticidad

P.  ¿No se corresponden estos cuatro ingredientes precisamente con los cuatro estadios de evolución que usted describe en El sistema de Ortega?

R. Así lo explico en el libro. El pensamiento de Ortega presenta cuatro etapas organizadas en torno a la idea de la vida humana. Sobre cada uno de estos estadios o etapas se proyecta la luz de un distinto filósofo alemán: Cohen, Scheler, Spengler y Heidegger, respectivamente.  Pero, naturalmente, a pesar de esta evidente evolución, el saber acumulado antes no pierde su valor ni, en general, la mayor parte de las ideas emitidas. Lo que sucede es que todos los conceptos anteriores, como el de razón vital o razón histórica, se redefinen y adquieren un sentido nuevo finalmente en la última época.

P. Esta evolución que desemboca en una visión integral o sistema, ¿se puede rastrear a través de la sucesión de obras que publica Ortega? 

R. Desde luego que sí. En la primera etapa de su pensamiento la vida no es la realidad radical; el aspecto primario y radical de la vida es el ideal, la realización de la cultura como norma ética.  Pero alrededor de 1914 hay una ruptura fundamental en la obra de Ortega, que consiste simplemente en esto: para él antes de este cambio nada podía quererse que no fuera conocido; ahora nada puede conocerse si no es querido.  El cambio es visible desde Meditaciones del Quijote. Otros críticos acostumbran a poner el principio de esta época en 1904. Un texto del mismo Ortega parece darles la razón: «Durante diez años he vivido dentro del pensamiento kantiano: lo he respirado como una atmósfera y ha sido a la vez mi casa y mi prisión». Así lo llegó a confesar él mismo. 

"La superación del racionalismo es patrimonio de todo pensamiento llegado a la madurez"

P. ¿Este cambio en el pensamiento de Ortega es el que va del aspecto ideal de la vida al relacionado con sus circustancias? 

R. La superación del racionalismo es patrimonio de todo pensamiento llegado a la madurez. En las cosas pequeñas de la vida nos dirigimos por razones; solo en las grandes, en aquellas que se identifican con nuestra propia persona, la razón nos falta y hay que tomar las decisiones en forma de brinco: la decisión religiosa, la decisión profesional y la decisión en amor no son nunca productos conmensurables a la luz de la razón. Este es el segundo estadio de Ortega, que iría desde Meditaciones hasta el ensayo «Biología y pedagogía». La cultura sigue siendo considerada como la misión del hombre en la tierra, pero se reconocen ahora también los derechos de la individualidad y de lo espontáneo. Pluralismo, circunstancialidad, perspectivismo y fenomenología son las ideas madres de este período. En realidad el ideal científico sigue siendo el neokantiano, por eso augura Ortega la aparición de «un Newton del amor y un Kant de las ambiciones».  Es decir, pensadores que elevarán a cultura los deseos y afectos, descubriendo las íntimas leyes que rigen el amor y la ambición, rasgos de la vida espontánea. A partir de esta fecha, Ortega se mueve en la órbita de Max Scheler.

"Cuando Ortega lee Ser y tiempo, estructura plenamente el concepto de realidad radical y descubre ésta en la vida como biografía."

P. Y después de superar el estricto racionalismo en favor de la situación vital o las circunstancias, pasamos al tercer ingrediente: el impulso vital…

R. En el artículo que decíamos antes, «Biología y pedagogía», Ortega afirma que «la cultura y la civilización, que tanto nos envanece, son una creación del hombre salvaje y no del hombre culto y civilizado». Los textos comparados en mi estudio permiten concluir una evolución desde una consideración culturalista de conceptos como «raza» y «mito» a una consideración de tono biologicista.  En mi opinión, el nombre correcto para esta tercera etapa es psicologismo o antropocentrismo. Su expresión más extensa está en El tema de nuestro tiempo. Con este libro, Ortega pretendió presentarse formalmente  en el campo de la filosofía sistemática, ya que Meditaciones del Quijote eran, en su primera intención, un conjunto de ensayos. Ahora pasamos de la influencia de Scheler a la de Spengler, en sintonía con una atmósfera europea en la que se presta gran interés a los asuntos biológicos y antropológicos. 

P. Una de las cosas más valiosas que hemos encontrado en la lectura de su libro son aquellas ocasiones en las que se deja escuchar su voz de profesor global, por decirlo de algún modo, o de maestro. En un momento usted hace la afirmación siguiente: «Si las ideas sólo se repitieran una vez, la humanidad estaría en un estadio mucho más primitivo».  Amparados en esa máxima, volvamos a repasar y repetir las ideas de esta entrevista: Ortega fue primero un neokantiano o un idealista junto a Cohen. Después, descubrió y desarrolló el valor y la pluralidad que aportan las circunstancias reales de la vida sobre la teoría «perfecta» de las ideas, matizando este idealismo inicial y siguiendo así la órbita de Scheler. Pero posteriormente, modificó el rumbo en la dirección aportada por Spengler, introduciendo en su visión filosófica el factor del «impulso vital» o de las bases psicológicas y biológicas que subyacerían cualquier hecho cultural, social o político… Y finalmente, estos tres elementos o puntos de vista, se someten a una revisión completa partir de la lectura de Heidegger…

R. Cuando Ortega lee Ser y tiempo, estructura plenamente el concepto de realidad radical y descubre ésta en la vida como biografía. Es ahora cuando se produce la revolución más honda de su pensamiento. Si abrimos su libro En torno a Galileo, de 1933, podemos leer: «Cada cual es protagonista de su propia e intrasferible vida». Aparece aquí ya el concepto de facticidad proyectora, proyectando su luz sobre cada uno de los estadios anteriormente dichos.

"Ortega habla de un compromiso que es consustancial a la vida; toda vida es conciencia de misión, de tener que vivirse, aunque esta misión o conciencia puede realizarse de muchas maneras..."

P. ¿Podemos volver a proponer un ejemplo sobre las implicaciones de esta revisión de su propia filosofía acometida por Ortega tras la lectura de Ser y tiempo?

R. Tomemos como ejemplo el tema de España: entre 1907 y 1914 para Ortega el problema de España era un problema de ciencia, educación y cultura (idealismo neokantiano); sin embargo, entre 1914 y 1920 es un problema de integración de lo espontáneo y la cultura (las circunstancias nacionales); mientras que entre 1920 y 1927 el problema se relaciona con el concepto de «vitalidad»… Así vemos que en su España invertebrada  (1922) Ortega afirma que las diferencias entre las naciones europeas hay que buscarlas en las diferencias de los bárbaros que cayeron sobre el imperio romano: «Va de Francia a España lo que va del franco al visigodo». En ese momento está afirmando que el mal de España frente a Francia es que «el visigodo era el pueblo más viejo de Germania, por lo mismo era el más `civilizado´; es decir, el más reformado, deformado y anquilosado… Pero en la cuarta etapa, Ortega modifica el rumbo de navegación y refleja ya un sistema basado en otra concepción: la concepción existencialista de la vida. El problema colectivo consiste ahora en proyectar y decidir serenamente sobre el futuro y afirma que «la política es y tiene que ser siempre un proyecto de futuro común que un gobierno presenta a un pueblo».  Con este somero recorrido demostramos nuevamente que la visión de los temas tratados por Ortega varía en consonancia con su idea de la vida, y que estas variaciones se explican por la influencia, respectivamente, de Cohen, Scheler, Spengler, y Heidegger. 

P. Estamos hablando de la proyección o la capacidad de futurición de las sociedades, en este caso de España como proyecto… Pero ¿tiene este concepto su aplicación también para los individuos como tales?

R. Naturalmente, hay en Ortega también una ética existencial. La vida se nos da por hacer. Es proyecto. Y hacemos proyectos concretos en vista de las circunstancias. Ortega habla de un compromiso que es consustancial a la vida; toda vida es conciencia de misión, de tener que vivirse, aunque esta misión o conciencia puede realizarse de muchas maneras…

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Redacción de Hispanofilia.es

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